Farmacias de guardia de la provincia de Alicante.
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Gracias a Bayeu, Goya encontrará trabajo estable en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, empleo que mantendrá durante diecisiete años. En este largo periodo de contenido costumbrista, su pintura encontrará la constancia que necesitaba para evolucionar en maestría. Por aquella época le empiezan a llegar encargos de la corte, sobre todo retratos de personalidades (Floridablanca, Ventura Rodríguez...) que le permitirán ganar asiduidad en los ambientes de sociedad. Su carácter rudo y sensual y su peculiar ingenio caerán en gracia a las familias más distinguidas de Madrid, los duques de Osuna, los de Altamira y, especialmente, a la duquesa de Alba. Goya es feliz con esta vida de francachela, pero a finales de 1792 sufrirá una grave dolencia que le dejará un estigma de por vida, la sordera. Aislado del mundo, impedido para la vida social, Goya inicia una etapa de introspección que se refleja en una serie de pinturas de corte grotesco y tenebroso, en las que proyecta un mundo deformado y monstruoso que le sirve para ahuyentar sus demonios. Madrid perdía un animador, pero el mundo ganaba un genio en plena madurez.
Camino ya de la vejez, Goya será testigo de una etapa de cambios históricos y políticos sin precedentes. Verá el derrumbamiento de un régimen y el levantamiento de otro, la expulsión de los reyes, la invasión napoleónica y la restauración real, presenciará la sublevación del 2 de mayo y los intentos golpistas de los liberales... Sus obras de esta época, algunas de las más famosas, no se consolarán en el fervor patriótico, sino que ahondarán en sus entrañas, conformando un descarnado retrato de la crueldad humana. Falleció el 16 de abril de 1828 en la ciudad francesa de Burdeos.