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Alhama, la ciudad de los tajos.El:24 del 05 de 2021 & Vista: 7677 Veces •

Famosa por sus baños árabes explotados desde tiempos romanos, la ciudad de Al-hamman (Alhama), importante plaza del reino nazarí, es un símbolo de la reconquista cristiana del Reino de Granada.

Famosa por sus baños árabes explotados desde tiempos romanos, la ciudad de Al-hamman (Alhama), importante plaza del reino nazarí, es un símbolo de la reconquista cristiana del Reino de Granada. Su historia, marcada por la presencia musulmana, se encuentra indefectiblemente enmarcada en el paraje natural de los Tajos, apareciendo, tal como escribiese el poeta Teóphile Gautier, “colgada sobre una enorme roca o pico, como un nido de águila”.

Punto obligado de paso en las rutas de Ibn Battuta y del escritor norteamericano Washington Irving, su situación dentro del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama convierten el municipio en espectador privilegiado de un balcón natural, espolón rocoso rodeado del desfiladero por el que discurre el río que proporciona una vista romántica del municipio en perfecta armonía con la naturaleza desde la Prehistoria.

Así, el visitante podrá disfrutar de una imagen propia de los grabados románticos, en la que la vida urbana convive con la belleza de la formación natural de los tajos, pues las casas alhameñas se asoman a un barranco que ofrece unas vistas cuya belleza impresionará, a buen seguro, a cualquier viajero apasionado que desee disfrutar de cerca de una maravilla geológica, obra de la naturaleza y pendiente de ser catalogada finalmente como Monumento Natural de Andalucía de carácter Geológico.

Con una superficie aproximada de 1.060.000 metros cuadrados, este espacio natural rodea por el sur el cerro en el que se asienta el municipio y está ubicado en pleno centro del pueblo, iluminando con su belleza y singularidad un recorrido de aproximadamente cuatro kilómetros, en cuyo interior discurre el río Alhama. Sus aguas son artífices de una hendidura en la roca que alcanza más de 50 metros de profundidad.

Conformados tras la erosión diferencial del río Alhama sobre calcarenitas bioclásticas y conglomerados del mioceno, Los Tajos de Alhama alcanzan una profundidad superior a los 50 metros provocada por la hendidura en la roca de las aguas del río Alhama.

El itinerario para alcanzar el monumento natural comienza en pleno núcleo habitado por el hombre: la Plaza del Ayuntamiento, donde se sitúa el Punto de Información Turística.

A escasos cien metros, el visitante podrá encontrar el Patio y la Iglesia del Carmen, de la primera mitad del siglo XVII y estilo renacentista, que ha conservado su función como lugar de culto hasta la actualidad, aunque el 2 de febrero de 1810, tras la invasión francesa, se convierte en almacén y durante la Guerra Civil fue saqueada con la destrucción de los retablos y la armadura, además de cerrarse al culto.

A su costado derecho se abre al visitante el mirador de Los Tajos, desde donde podrá observar, en la lejanía, una de las estampas más impresionantes de la ciudad, que se presenta como un estímulo para acelerar la marcha y alcanzar cuanto antes el objeto que refleja sobre el río Alhama tal belleza suprema.

Al continuar paseando unos doscientos metros por la calle Peñas, enseguida podrá tomar, a la izquierda, la calle Baja Iglesia, de elevada pendiente y traza estrecha y angosta, resultado de la impronta árabe que rezuma todo el barrio, y que le llevará a la Iglesia de la Encarnación, construida sobre la Mezquita Mayor musulmana entre los años 1505 y 1560 y reconocida como la primera iglesia que se bendice en Alhama tras su toma a los musulmanes granadinos, y por lo tanto en todo el reino de Granada. El templo responde a la devoción que Isabel la Católica sentía hacia la Virgen María en su simbolización de la Encarnación. Considerada como el único templo gótico de la diócesis de Granada, es Bien de Interés Cultural. En su interior, un museo eclesiástico donde se custodia una importante colección de ternos y una casulla bordada, según la tradición, por la reina Isabel la Católica.

En su fachada conserva una placa conmemorativa del terremoto que provocaría que, “a las nueve de la noche del día de Navidad comenzó a estremecerse la tierra”, dejando 745 muertos y 1.253 heridos. Tras el suceso, el rey Alfonso XII visitó la ciudad y llamó a la caridad universal, restaurándose o construyéndose 14.000 casas.

Adosada a la torre que da a la Plaza Real, el visitante puede refrescarse en una fuente en la que el año pasado se colocó una placa conmemorativa del V centenario de la muerte de la reina Isabel de Castilla, muy ligada a la historia local.

No obstante, con la conquista cristiana surgieron también nuevos edificios de arquitectura civil, como es el caso de la antigua Cárcel, a escasos cincuenta metros de la antigua Mezquita Mayor. Mandada construir por Carlos II en 1674 en plena plaza Real o plaza de los Presos, ha hecho las veces de dependencias municipales y aún conserva vestigios de su estilo heredero del renacimiento-mudéjar.

Justo enfrente de la plaza se ubica el antiguo Pósito, del siglo XIII, y cuya función actual se reduce a viviendas particulares y taller de cerrajería. Junto a este edificio, el viajero deberá tomar la calle Zapateros, en cuya desembocadura hay un mirador desde el que se observa el casco nuevo de la ciudad en una impresionante vista panorámica, junto al barrio de Rafael Alberti.

Desde allí, y a través de la calle carril Bajo el visitante podrá realizar una nueva parada en la fuente de la Puerta de Granada. Hasta ahí la mano del hombre. La pedregosa cuesta de la Huerta de Santa María sirve de puerta de entrada al entorno natural de Los Tajos, ya que, al final de esta escarpada senda, en la confluencia con el barranco del Aserradero, se encuentran tres mesetas-mirador desde cuya baranda se observa la imagen más cercana de Los Tajos.

Una vez repuesto de la impresión, puede continuar su senda cogiendo la vereda a la derecha de los tres miradores, bajo el tajo del Adarve, que ya presenta mejor firme, aunque más embarrado, y llevará al caminante a la Fuente de las Tejas, prácticamente escondida entre zarzas, bajo las cuales discurre el río, cuyo curso también se puede disfrutar, al igual que el inconfundible sonido de su torrente en el paraje conocido como Palo de la Hoz.

A escasos metros, un edificio prácticamente derruido advierte de la antigua presencia humana. Se trata de uno de los ocho molinos que poblaban el paisaje alhameño hasta los años 70, aprovechándose la corriente del agua para este uso tradicional del paraje.

Sin embargo, durante este recorrido pasaremos por pequeños cultivos y podremos observar una frondosa vegetación de ribera, protagonizada por álamos o sauces, pero también actividad ganadera, con presencia diaria de rebaños de ovejas que, junto a sus cuidadores, se guarecen del intenso frío –que llega a rondar los 4 grados a media tarde– en las cuevas naturales a pie de los tajos.

Si la fuerza acompaña, junto a la cueva del Enchinar, las empinadas escaleras del Diablo llevarán al visitante a disfrutar de una imagen de la naturaleza en estado puro.

Otra escalera de mejor acceso es la de la Mazmorra, a la derecha. Allí se puede atrapar la mejor vista del conjunto de la ciudad, al fondo, con Los Tajos a la izquierda; una instantánea que quedará en la retina del senderista una vez vuelva a la ‘civilización’, a través de la calle Adarve Remedios, impulsándole a regresar una y otra vez a este paraje único, auténtico regalo de la naturaleza exclusivamente para sus sentidos.

 

A TENER EN CUENTA

- Recorrido: 4 kilómetros.
- Duración: 2,5 horas.

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